Page 10 - ROYALTY WITCHES 2
P. 10

de ese imponente trío que formaba junto a Lilith y la temible Chione
          Demir. Cuando estaba callado daba un poco de miedo. Era altísimo con
          unos ojos tan profundos como el fondo del mar y un porte de luchador en
          guardia. La primera vez que Kat lo tuvo delante sintió ganas de esconderse
          detrás de Lilith. Pero, la verdad es que Lilith también le había dado un
          poco de aprensión al principio y ahora estaría dispuesta a irse a hasta el
          lugar más recóndito de Taika si ella se lo pidiera.
            —¿Entonces qué tenemos que hacer? —preguntó Emma mirando al
          chico y sacando a Kat de su ensoñación.
            —Se requieren siete querellantes que respalden la misma queja, en este
          caso, que el castigo ha sido injusto. Entonces desde Ley estamos obligados
          a investigarlo —respondió él.
            —¿Siete? —exclamó Emma—. Pues que nos sonría la fortuna…
            Lilith apretó los labios, fue solo un segundo, pero Kat lo vio.
            —Nosotras ya somos cuatro —intervino—, solo necesitamos a tres de
          Este.
            —¿Solo? —se jactó Emma.
            Kat se mordió el labio.
            —Ayanna estaba en contra de lo que hacía Adam —se atrevió a inter-
          venir. Lilith, Seth y Emma se volvieron a mirarla y ella recogió sus manos
          sobre la mesa—. Y Luca también. Eso ya son seis.
            Lilith asintió y giró ligeramente la cabeza hacia el otro lado del salón.
          Sentada frente al secreter con su marea de rizos rozando la madera, Kibibi
          garabateaba en un cuaderno casi con violencia.
            —Kibibi —la llamó Lilith. El cálamo dejó de rasgar el papel y su amiga
          levantó la cabeza, aunque no se volvió a mirarlas—, ¿crees que podrías ha-
          blar con Zweli para preguntarle si puede unirse a la querella y ayudarnos?
            Kat sintió una punzada de dolor en el pecho. Zweli había seguido a
          Adam, no era el instigador de toda la maldad del brujo de Carolia, pero
          tampoco se lo había impedido a pesar de saber que lo que hacía estaba mal.
            Se oyó un rechinar de dientes y luego el silencio.
            —Lo intentaré —dijo Kibibi. Al segundo volvió a bajar la cabeza para
          seguir escribiendo.
            Kat quiso ir a abrazarla, pero sabía que Kibibi prefería que no la trataran
          de manera especial. Todas sentían la pérdida de Shin, era un agujero oscu-
          ro y pútrido en sus corazones, pero ella había perdido más, porque todas
          querían a Shin, pero él y Kibibi se amaban.

                                          10
   5   6   7   8   9   10   11   12   13   14   15