Page 13 - ROYALTY WITCHES 2
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mechones rojos esparcidos por toda la cabeza, como si estuvieran pintados
           sin ton ni son.
              —Qué cabello tan curioso —se le escapó.
              Al momento se cubrió la boca, avergonzada. Pero Rion simplemente
           ensanchó su sonrisa y levantó un dedo para reseguir su ceja derecha que era
           roja como el carmín.
              —Es bendición del Fuego —explicó con orgullo, luego señaló la man-
           cha rojiza de su brazo—, como esto.
              Kat asintió.
              —Discúlpame.
              Él parpadeó, con aire de confusión.
              —¿Por qué?
              —Mi comentario ha sido muy descortés.
              El chico siguió parpadeando.
              —¿Lo es? —Se pasó una mano por el pelo, sus dedos hundiéndo-
           se en esos lacios mechones bicolor—. Es normal sentir curiosidad por
           aquello que no se conoce, ¿no es cierto? Yo tengo mucha curiosidad por
           vosotras.
              La frase hizo que Kat quisiera retroceder, pero al fijarse en los enormes
           ojos rojizos de Rion se dio cuenta de algo. Lo decía con sinceridad absoluta
           y sin pizca de malicia escondida. Así que, a pesar de que la actitud abierta
           del indómito la incomodaba un poco, se forzó a sonreír.
              Justo entonces Kat oyó unos pasos seguros a su espalda y, al momento,
           Lilith se colocó a su lado. Imponente y pétrea. Los ojos de Rion se abrieron
           como platos. Admiración en cada una de sus pestañas.
              —Yo soy Lilith Anwar, columna —dijo Lilith, y le ofreció su mano.
           Él se la estrechó, con una expresión de felicidad infinita. Sentimiento
           que ni ella ni Lilith podían compartir ahora mismo—. ¿Sabes por qué
           estás aquí?
              El baile de párpados regresó y Kat se dio cuenta de que Rion estaba
           desconcertado y nervioso, como lo había estado ella la primera vez que
           pisó este salón. Este chico nada tenía que ver con Shin que, reservado y
           silencioso, se había mostrado desde el principio en control de la situación.
           Aunque quizás no lo había estado, pensó, mirando de soslayo hacia la nuca
           de Kibibi.
              —¿Para ser la pluma de vuestro aquelarre? —dijo el indómito, dudoso,
           y Kat volvió a fijarse en él.



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