Page 14 - ROYALTY WITCHES 2
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Unos dedos tamborilearon sobre la mesa, el seco espetar de las uñas con-
          tra la madera, capturando la atención de todos.
            —Pero ¿sabes por qué nos han impuesto una nueva pluma? —comentó
          Emma, acompasando su voz con el repiqueteo de sus uñas sobre la mesa. Su voz
          era tirante, pero no cruel. Solo honesta, quizás demasiado, pero Emma siempre
          era así, se expresaba sin guardarse nada dentro. Kat admiraba, y a veces hasta
          envidiaba, eso de ella—. ¿Qué sabes de Shin? ¿Qué te han dicho en la OCL?
            Rion dejó de sonreír y fue como si uno de los hechizos de iluminación
          que colgaban del techo se hubiera desactivado al instante.
            —Sé que está condenado… por haber perdido el control. —Las palabras
          salieron con dificultad de su boca, como si le dolieran, y Kat sintió que su
          propio corazón se abría un poquito hacia el curioso indómito.
            Emma asintió con la cabeza, arrugando ligeramente los labios.
            —¿Y la OCL? —insistió.
            Se oyó el rechinar de madera contra baldosa y Kat vio que Kibibi se
          había dado la vuelta desde su esquina y contemplaba al chico con sus bo-
          nitos ojos marrones manchados de rabia. Rion se giró hacia ella, volvió a
          parpadear, pero solo una vez, lentamente, casi ajustando al movimiento a
          una exhalación de aire. Levantó su mano izquierda, la colocó en el centro
          de su pecho y fue cerrando los dedos hasta dejar solo un puño. Era obvio
          que era un gesto indómito, pero Kat no lo había visto nunca. Miró a Kibibi
          que seguía quieta como la noche, pero sus hombros se relajaron un poquito
          y Kat pensó que fuera lo que fuera lo que acababa de decirle Rion, Kibibi
          lo había entendido.
            Emma se aclaró la garganta, impaciente. Y Rion se volvió a mirarla, con
          los ojos brillando.
            —Nada —dijo—. Vinieron a mi clan, pidieron un voluntario para la
          Liga y aquí estoy.
            —¿Aquí estás? —repitió Emma—. ¿No tienes miedo de qué te pase lo
          mismo que a Shin?
            Una pequeña sonrisa adornó las facciones de Rion y Kat vio, por pri-
          mera vez, que más allá de su peculiar apariencia, su expresión era muy
          dulce.
            —No. Soy de Fuego. Y lo primero que aprendemos es que lo peor que
          podemos hacer es temer el poder del Fuego. Si lo temes, no lo puedes ma-
          nejar. Para los indómitos, SERIM y la OCL son como el Fuego, no son algo
          que podamos controlar, pero sin miedo se pueden manejar.


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