Page 22 - ROYALTY WITCHES 2
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Logan alargó una mano y ella no pudo evitar cogérsela. Había una son-
          risa, triste pero plácida, en sus labios.
            —Cielo, sabes que suelo hacerte caso pero, aquí y ahora, puedo decir lo
          que quiera.
            Emma se sorprendía cada vez que descubría que todavía podía querer
          a Logan un poquito más. Se metió la mano en el bolsillo de la chaqueta
          humana y sacó un botellín de cristal granate.
            —Dáselo a tu abuelo, le ayudará con la neumonía —dijo ofreciéndole la
          poción que le había hecho Lilith.
            Logan lo cogió.
            —Lo haré si te queda claro que, cuando te vayas, vas a poder volver
          cuando quieras. Aquí estaré.
            Emma negó con la cabeza, colocó sus manos sobre los hombros de Lo-
          gan y se inclinó hacia adelante hasta darle un beso. Un beso que decía,
          gracias por devolverle el color a mi vida, gracias por existir.
            Una pequeña eternidad después, Emma se separó y dio un paso atrás. Y
          luego otro.
            —No voy a volver —susurró.
            Logan no se movió del viejo banco pero siguió cada uno de sus mo-
          vimientos. Emma agarró la bolsa negra y se dio la vuelta, con una mano
          extendida en dirección a la puertecita de metal.
            —Emma, si lo dices de verdad, iré detrás de ti.
            Emma rio, sin pizca de humor y con un par de lágrimas listas para volver
          a cruzar sus mejillas.
            —A donde voy no me encontrarás.
            Abrió la verja, pasó, la cerró, y fue entonces cuando oyó cómo se rompía
          su corazón.
            —Logan, eres lo mejor que he tenido jamás. Deseo que puedas llegar a
          ser tan feliz como me has hecho a mí.
            Dio un paso acera abajo, en dirección de nuevo a Edimburgh Road, pero
          oyó el chirriar de la vieja madera del banco.
            —Emma, lo digo en serio, te encontraré.
            Una parte de ella casi deseó que eso fuera posible. Pero la hundió, en lo
          más profundo de su ser, junto a todo su amor por él.








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