Tras el arrollador éxito de su adaptacion de La carretera, NORMA Editorial publica en España la edición integral de la obra maestra del creador francés Manu Larcenet
Después de conquistar al público con Los combates cotidianos, que le valió el Premio al Mejor álbum del Festival de Angulema, los lectores se preguntaban cuál sería el siguiente paso del dibujante Manu Larcenet (en Issy-les-Moulineaux, 1969), uno de los valores más firmes del nuevo cómic francés. La respuesta no se hizo esperar, y llegó en forma de indiscutible obra maestra: Blast, su nueva sagapresentaba a un personaje memorable inmerso en un alucinado y turbador viaje en busca de la iluminación. Diez años después de publicar sus cuatro entregas, NORMA Editorial lanza en España la edición integral de una obra que mantiene intacta su capacidad de fascinación.
El eje de la serie es el protagonista, Polza, obeso y desequilibrado, afectado por una extraña patología llamada el blast, cuya peripecia arranca con un interrogatorio policial sobre unas confusas circunstancias delictivas. Episodio tras episodio, entre grandes dosis de angustia, el curioso personaje va desvelando lentamente sus secretos, mientras lo vemos escapar del hospital psiquiátrico en el que es internado, adentrarse en un bosque en el que recibe una brutal paliza o luchar por recuperar su memoria y reencontrarse con esa sensación única.
El propio Larcenet, que empezó a concebir esta historia desde muy joven, hizo público en 2014 que padecía un trastorno bipolar, y lo comentaba así en radio France: “A menudo, en el cómic en particular, pero también en el cine, cuando se aborda el tema de la desesperación, no se puede evitar añadir onzas de luz, pequeñas esperanzas. Pero la verdadera depresión es la aniquilación del deseo y del futuro: no hay esperanza. Pensé que eso era mentira. Así que pensé en hacer algo sin esperanza para Blast, con la oscuridad que recordaba, porque ya estaba pasando página”.
La culminación de la saga tuvo para el autor un efecto terapéutico y altamente liberador desde el punto d evista estilístico. “El cómic es un trabajo largo. Hay que hacer toneladas y toneladas de dibujos para contar una historia”, concluye. “Y mi mayor miedo es aburrirme. Porque una vez que eso ocurre, no puedo concentrarme ni seguir la historia. En el cómic tradicional, dicen que siempre hay que construir el tablero, poner los negros en lugares para que fluyan. Pero yo no podía hacer eso en Blast, así que cogí cada viñeta y la dibujé en grandes hojas de papel, luego las escaneé y las recorté para que encajaran en el tablero. Me ponía menos presión, me decía a mí mismo que había hecho una buena viñeta durante el día. Cambió mi forma de ver los cómics”.
28 de noviembre de 2024