Jim Henson lo imaginó y Ramón K. Pérez lo trasladó al formato de novela gráfica. CUENTO DE ARENA es un viaje de descubrimiento, una obra tan difícil de explicar como brillante. Los premios que ha recibido son muchos, y sin duda merecidísimos.
Su autor, además de talento, derrocha simpatía, como se puso de manifiesto durante el pasado Salón del Cómic. Allí Marisol Hernández tuvo la oportunidad de entrevistarlo.
¿Cómo surgió el proyecto de Cuento de arena?
Me contactaron desde la editorial Archaia Entertainment junto con diez artistas más. Me enseñaron el guión y me preguntaron si estaba interesado en presentar una serie de esbozos y de ideas sobre él. Me lo miré e hice algunos dibujos sobre la primera y la última parte, portada y contraportada. Los entregué y por suerte para mí dijeron que les encantaban, que querían trabajar conmigo. Hasta cierto punto fue un golpe de suerte.
La verdad es que ha estado muy bien, porque siempre me ha gustado el trabajo de Jim Henson.
¿Cuáles han sido los mayores retos en la adaptación de este guión de Jim Henson? Dada la legión de seguidores que tiene, ¿has sentido mucha presión al realizarlo?
Lo cierto es que en un primer momento no fui demasiado consciente de ello, porque iba muy justo de tiempo y no tuve la oportunidad de darle demasiadas vueltas a esta cuestión. Lo que hice fue ponerme a trabajar de inmediato, a buscar inspiración en toda la obra de Jim Henson. Pasé revista incluso a trabajos muy primerizos, de cuando era estudiante y estaba tratando de descubrir qué tipo de artista iba a ser, qué tipo de artista quería ser. Intenté desarrollar la historia de manera que quedara planteada tal y como yo creía que el propio Henson la habría contado.
Lo hice todo un poco por intuición, sin presión, sin nerviosismo, sin pensar en cómo lo recibiría el público. Sólo cuando lo termine, fue cuando empecé a pensar: “Un momento, ¿me he vuelto loco? ¿Qué ha pasado? ¿Esto está bien?, ¿esto está mal?”. Lo pensé de nuevo cuando salió publicado. Fue entonces cuando empecé a plantearme qué reacción iba a haber en torno a este trabajo.
¿Has podido respetar la mayor parte del guión o has tenido que reescribirlo para adaptarlo al formato de novela gráfica? ¿Cómo fue el proceso?
Hubo cierto trabajo de adaptación. Me lo leí un par de veces antes de iniciar el trabajo, de estructurarlo gráficamente. Y sí, ha habido partes que he abreviado, y otras que he tenido que alargar un poco, siempre en función de cómo quería que se desarrollase la historia.
Algunas secuencias he tenido que cortarlas por petición de la editorial, porque el álbum en conjunto empezaba a ser demasiado largo y querían que saliese con un número determinado de páginas. Ahora está en preparación una edición especial en la que se incluyen esas secuencias.
En definitiva, ha sido necesario realizar algunos ajustes, y en ocasiones he hecho una extrapolación que me ha llevado quizás más allá de lo que Jim Henson tenía en mente en aquel momento. Esa ha sido mi interpretación de la obra.
Todo el álbum está repleto de secuencias muy imaginativas, salvajes, con un toque de locura. ¿Cuáles fueron las partes más divertidas de dibujar?
No es que hubiera una parte especialmente divertida de crear. El gran disfrute del proyecto fue cambiar la forma en la que se cuenta la historia.
Parte del guión consistía en la descripción del sonido. Al adaptarlo al medio gráfico, yo me planteé hacerlo a través del color. De hecho, si pones todas las páginas una detrás de otra, verás que hay un flujo cromático. Ese fue el gran reto: partir del concepto original y llevarlo a mi terreno, llevarlo un poco más allá.
¿Cómo explicarías qué es Cuento de arena?
Es una pregunta que me hacen con frecuencia. Generalmente lo comparo con el test psicológico de Rorschach en el sentido de que cada lector aporta su propia interpretación.
Al final, el personaje central es una especie de página en blanco. En mi caso concreto, a la hora de plasmarlo, veía en Jim Henson a alguien que estaba tratando de encontrar su camino en la vida, alguien que se enfrentaba a sus propias dudas, a la oposición que se encontraba a lo largo del camino, a los problemas que le planteaba su relación con sus familiares y sus propias inseguridades. A partir de ello, establecí paralelismos con mi propia vida.
Luego he hablado con muchos lectores y me he encontrado con que cada uno hace interpretaciones diferentes del álbum. Para algunos, no es más que una historia bastante simpática de un borrachín durante los años sesenta, mientras que para otros narra la vida de alguien decidido a escapar de sus circunstancias y de su situación. Es un libro que abre muchas posibilidades a la interpretación.
Cuento de arena ha sido muy ensalzado por la crítica y por los profesionales del cómic. Pero ¿cómo lo han recibido los fans de Jim Henson?
La verdad es que a quienes vienen a salones del cómic no les pregunto si son admiradores de Jim Henson o admiradores de la novela gráfica. En general se han mostrado encantados con la interpretación que he hecho a partir del material original, incluidos los devotos de Henson. Algunos no sólo me han dicho que es maravilloso, sino también que resulta inspirador. Eso es un enorme halago, porque esta es la primera de mis obras que tiene tanta resonancia.
Para mí el álbum fue un viaje de descubrimiento acerca de quién era Jim Henson antes de alcanzar el éxito con Los teleñecos. A todo el mundo que lo lee, le parece muy interesante que hubiera una historia antes de los teleñecos, que Henson ya fuera un artista. Él ya estaba ahí y se puede ver su evolución a través de esta obra.
Hasta ahora la acogida ha sido muy buena, especialmente en España. Porque la edición aquí es excelente e incluye el guión original, que es algo que la edición americana no hace, aunque está en preparación otra que sí lo hará. De este modo es posible comparar la idea original y el trabajo gráfico adaptado.
¿En qué proyecto estás inmerso ahora?
Estoy dibujando Spider-man para Marvel, creo que terminaré a finales de verano. Tengo pendiente otro proyecto con la editorial que ha publicado Cuento de arena. Se trata de una novela gráfica romántica, obra de Aline Brosh McKenna, la guionista de El diablo se viste de Prada. También estoy trabajando en una serie de proyectos personales.
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1 de julio de 2014