1868…
El tiempo de la industria, la edad del progreso. Desde los glaciares del Antártico hasta el corazón de África, intrépidos exploradores empujan sin pausa los límites de lo desconocido. Ahora, es más allá del azul del cielo, allí donde el frío hiela el aliento, allí donde el aire desaparece.
Que el misterio comience.
¿Hasta dónde estaríais dispuestos a llegar para conseguir un sueño? Seguramente, la respuesta más común sea “Hasta el final”, si realmente se trata de algo ansiado y anhelado con todas las fuerzas. Más que un sueño, podríamos decir que es una obsesión. Una dulce, peligrosa y temeraria obsesión. El primer tomo de El Castillo de las Estrellas, subtitulado 1869: La Conquista del Espacio, trata precisamente de esto. Una historia sencilla a la par que profunda. Un argumento soñador acompañado de unos trazos suaves y claros. Un trabajo magistral de Alex Alice.
Hace un año que la intrépida Claire murió persiguiendo su sueño en el cielo, dejando solos a su marido Archibald y a su hijo Séraphin. Ambos luchan por mantenerse a flote tras su terrible pérdida. Un buen día el correo les trae algo misterioso, una carta que les indica una dirección y les comunican que si van allí en una fecha marcada, recibirán el diario de abordo que les permitirá saber que le pasó a su esposa y madre, respectivamente.
Padre e hijo pronto se verán envueltos en una impresionante aventura que les obligará a abandonar Francia y dirigirse al castillo del rey. Allí encontrarán un gran reto que deberán asumir mientras hacen frente a algunos prusianos traidores del reino. La historia al más puro estilo de Julio Verne aderezada con una pizca de estética steampunk, se completará en el segundo tomo de la colección. Sin más dilación, ha llegado el momento de alcanzar las estrellas…
16 de junio de 2015