Alberto Madrigal nos introduce en su historia, una historia llena de lucha y sacrificio dejándolo todo en su tierra natal para intentar crearse un hueco en lo que él realmente quería: dibujar.
"Habían pasado cinco años. Pensé que si no lo hacía en ese momento no lo haría nunca. La idea era aprender por mi cuenta, lo único que necesitaba era papel, lápiz y tiempo. Mucho tiempo.
Sin darme cuenta había dejado un trabajo fijo en España y me había mudado a Alemania. No tenía sentido y aún así me emocionaba la idea de encerrarme y dibujar todos los días durante un año. Quería ganarme la vida haciendo cómics. Dibujaba desde siempre, no podía ser tan difícil, ¿verdad? Me equivocaba.
Compré libros de perspectiva, anatomía, narrativa… en inglés. Pero yo no sabía inglés. Me di cuenta que lo estaba aprendiendo según lo iba usando. También me di cuenta que no había dibujado todos los días no durante un año, sino durante cinco años. Y lo único que me había quedado era un montón de preguntas. El dinero se había acabado y no había conseguido ganarme la vida con aquella idea romántica del papel y el lápiz.
No escuchaba el consejo de los demás, de buscarme un trabajo "de verdad", y sin embargo lo encontré. Un trabajo maravilloso, en una empresa de ensueño, ganando incluso mucho dinero. Las cosas me iban bien. En la empresa les encantaba mi trabajo y mis amigos de España no se creían que pudiera existir un sitio como ese.
Pero ocurrió lo de siempre: me acostumbré al dinero. La nostalgia se convirtió en necesidad… no era capaz de ir todos los días al mismo sitio a trabajar en algo que no me llenaba de verdad. Como dijo un famoso escritor, con todo ese dinero compré la cosa más valiosa que podía comprar: tiempo. Usaría ese tiempo para escribir y dibujar un libro. Lo que no sabía ni podía imaginar, es que una vez terminado habría encontrado las respuestas a todas mis preguntas."
[caption id="attachment_6433" align="aligncenter" width="508"] ¿Y qué se te ha perdido a ti en Alemania?[/caption]
Marchar a una tierra extraña como Berlín dejándolo todo atrás no debe ser fácil. Nos hemos propuesto descubrir algunos de los entresijos de esta experiencia:
- Te fuiste a Berlín sin saber nada de alemán, ¿el lenguaje es una barrera a la hora de elegir el destino?
Depende. No debería serlo, si te puedes permitir vivir unos meses en otro país aprendiendo un idioma. Puede convertirse en una barrera si tu trabajo depende de ello y no tienes tiempo disponible. En mi caso era fácil, no tenía presión porque trabajaba desde casa, así que lo fui aprendiendo de forma natural.
- ¿Cómo fue adaptarse a un nuevo país?
Conviviendo en una cultura diferente, te ves obligado a enfrentarte a cosas a las que no estás acostumbrado en tu propio país, lo cual te abre los ojos en muchos aspectos. No es fácil, pero puede ser muy interesante y te da mucha satisfacción en cada pequeño paso.
- ¿Fueron muy duras las primeras semanas?
Para nada. Siempre me lo tomé con curiosidad y ganas de aprender. Al contrario que mucha gente que he visto a lo largo de estos años, no intenté construir lo que ya tenía sino empezar una nueva etapa. Recuerdo el primer día, que tuve que ir a IKEA a comprar un sofá cama y el resto de cosas, porque mi habitación estaba completamente vacía. Por la noche, montando el sofá con una navaja suiza, tirado en el suelo de una habitación de 30 metros cuadrados. Lo que parecía una imagen triste, para mi era el principio de algo por descubrir.
- ¿Por qué escogisteis enseñar el proyecto en el Festival de Angoluême? ¿Y por qué no elegiste entonces emigrar a París desde un inicio?
Después unos años haciendo cómics de super héroes por encargo, empecé a interesarme por el cómic europeo. Preparé un proyecto con mi amigo Damián Campanario y lo presentamos a Angoluême, por ser uno de los festivales más prestigiosos de Europa. Por esa época yo ya había construido mi vida en Berlín y no tenía ningún interés en mudarme a París, aunque eso hubiera facilitado mi trabajo en algunos aspectos.
- Ahora mismo, con la crisis muchos jóvenes justamente van a otro país a buscar trabajo ¿crees que deben tener en cuenta algún factor para elegir a donde ir?
Creo que lo mejor hacerlo sin planear demasiado, viajando a diferentes ciudades para ver cuál encaja contigo. A mi nunca me interesó Alemania. Solo después de pasar unos días allí empecé a sentir curiosidad. No tiene sentido elegir el sitio a donde ir basándote en lo que has visto en una película o incluso la experiencia de otras personas.
- De entre los jóvenes que emigran, la mayoría sólo buscan un trabajo para sobrevivir, sólo unos pocos buscan trabajar sobre lo que realmente les apasiona ¿crees que es comodidad o el miedo a las dificultades?
No creo que todo el mundo sienta la necesidad de tener un trabajo que le apasione. Al fin y al cabo un trabajo debería servir solamente para pagarte el alquiler. En mi caso, ya que ocupa mucho tiempo de mi vida, prefiero si es algo que me apasiona.
- ¿Qué consejo les daría a aquellos que intentan trabajar sobre lo que les apasiona en otro país y no encuentran más que dificultades?
Seguir haciéndolo. Estoy seguro que si dedicas mucho tiempo a algo que haces con pasión, acabará saliendo adelante. Es mejor hacerlo todos los días, aunque sea solo 1-2 horas, que dejarlo para cuando tengas tiempo.
- ¿Y a los que como tú quieren buscar ser dibujantes en otro país?
El truco es comprar un vuelo de ida y vuelta para estar al menos unos 6 meses. De este modo te quitas las preocupaciones y miedos innecesarios. Para los dibujantes, es solo cuestión de tiempo y empeño. Es importante trabajar todos los días y olvidarse del estilo de dibujo, que es solo la consecuencia de tu modo de ver el mundo y representarlo.
Yo me he liberado de esta carga solo en el momento que he querido contar una historia. El dibujo se ha convertido en las palabras para hacerlo.Un director de cine necesita millones para llevar a cabo un proyecto. Un dibujante, necesita sólo un lápiz, papel y tiempo.
10 de enero de 2014