La obra magna del dibujante francés Pascal Rabaté, inspirada en un episodio de la Segunda Guerra Mundial pero sin dejar de mirar al presente
El cómic inspirado en episodios bélicos suma un buen número de obras maestras, ya sea desde una perspectiva épica o como denuncia de los horrores que la guerra siempre trae consigo. Y magistral es desde luego el trabajo de Pascal Rabaté en su proyecto más importante hasta la fecha, La debacle, una mirada profundamente humana sobre el desastre que el ejército francés vivió en junio de 1940, y que ahora ve la luz bajo los auspicios de NORMA Editorial.
La historia esta protagonizada por un motorista que debe ocuparse de sus compañeros muertos antes de reintegrarse en su compañía, pero además el tanque de su motocicleta tiene un agujero de bala. Él decide tomárselo con calma mientras se va cruzando con otros soldados, pero también con escenas tan chocantes como monjas que calzan botas militares, gente que camina cargando con sus colchones y, en general, seres humanos que tratan de apañárselas en medio del caos.
Rabaté, autor de Petits Ruisseaux (adaptada al cine por él mismo en 2010), Río abajo, La tienda de las ilusiones o Un gusano en la fruta, ha elegido un terrible episodio de la Segunda Guerra Mundial para hablar de la vulnerabilidad del hombre y de los efectos de los conflictos. Él mismo confiesa que se acercó a él a través de lecturas como Allons z'enfants de Yves Gibaud, Les Carnets de guerre de Faubras o Journal de guerre de Jean Malaquais, pero también de películas como Le Train de Pierre Granier-Deferre y Jeux interdits de René Clément. Pero fueron sobre todo los paralelismos con la situación actual los que le empujaron a meterse de lleno en el proyecto.
“Me interesan especialmente dos temas: la supervivencia y la adaptación”, confiesa Rabaté en una entrevista con el digital Zoo Le Mag. “Todos mis libros tratan de personas que caen y dudan en volver a levantarse, como Simeón en Ibicus, cuando está perdido, arruinado y apaleado en medio de las islas turcas, o Emile en Les Petits Ruisseaux, que decide seguir viviendo y atreverse con una nueva historia de amor”.
“En La debacle, el protagonista, Videgrain, se miente a sí mismo cuando dice que tiene miedo de que le fusilen por desertor: ¡es sobre todo que no sabe qué más hacer que volver a su regimiento! La gente que conoce está tan desorientada como él. Es una debacle intelectual: huimos, tenemos que llevarnos algo, ¿qué nos llevamos? ¡Algunos se llevan colchones, otros sillones o relojes Comtoises! Me interesa el absurdo creado por todas las situaciones en las que los puntos de referencia se mueven a una velocidad pasmosa”.
Con un dibujo en blanco y negro enormemente sugestivo, La debacle mete de cabeza al lector en ese torbellino de perplejidades tamizado por la peculiar personalidad del protagonista. No obstante, a medida que avanza, Videgrain va perdiendo su ironía y asomándose a un abismo que parece absorberlo. “Participa en la derrota y se encuentra como un idiota con su columna, pero ¿después qué? El interrogante final es enorme: tiene miedo porque se enfrenta a un territorio completamente virgen”.
8 de febrero de 2024