NORMA Editorial recupera la celebrada obra de Carlos Hernández y El Torres, una mirada poliédrica sobre la vida y la muerte del genio granadino
Trece años atrás, el panorama del cómic español se vio sacudido por la aparición de un volumen extraordinariamente logrado y original. La huella de Lorca venía firmado por el granadino Carlos Hernández como guionista y dibujante, mientras que de su compañero, el malagueño El Torres, constaba que “limpia, brilla y da esplendor”. Ahora, la misma editorial que lo lanzó entonces, NORMA Editorial, recupera el que se ha convertido en un clásico contemporáneo y obra de referencia para conocer la vida del poeta de Fuentevaqueros a través del lenguaje de la viñeta.
Una de las cualidades de La huella de Lorca es sin duda lo novedoso de su planteamiento dentro de las innumerables aproximaciones biográficas que se han hecho sobre Federico. En este caso, la memoria de doce personas que lo conocieron proponen un fascinante recorrido a través de su peripecia vital, desde su infancia hasta el misterio de su sepultura. Amigos, enemigos, rivales o simples conocidos, proyectan una visión poliédrica, compleja y detallada del genio granadino, probablemente el poeta más universal del siglo XX.
La nueva edición de NORMA contiene entre sus extras algunos dibujos que quedaron fuera de la versión precedente, así como un prólogo de Antonio Arias, líder del grupo punk Lagartija Nick y devoto lorquiano, quien comenta: “Admito que nunca he reconocido a Federico García Lorca en el cine. Ningún actor se me hace creíble, cosas de los mitos sagrados. Por el contrario, en esta novela gráfica aparece enseguida. Lo veo, lo creo. En esta huella de Lorca, los trazos que observas siguen moviéndose en tu interior, como en un sueño. He podido vivir esta lectura que rescata al poeta de su propia muerte y rinde homenaje a muchas memorias; la personal, la colectiva, la gráfica”.
Por su parte, Carlos Hernández evoca la peripecia que le llevó a embarcarse en esta aventura, que tuvo ediciones en Portugal, Italia y Francia y en cierto modo desató una fiebre Lorca que aún no se ha apagado. “La premisa del protagonista ausente, pero al mismo tiempo omnipresente en la memoria de los que lo conocieron, igual de elusivo que tangible en esencia, representa el espíritu lorquiano que impregna Granada casi noventa años después de su asesinato. Ignorado y amado a partes iguales, resucitado y vuelto a fusilar cuantas veces sea necesario en una ciudad que todavía no ha sabido perdonarse ni pedir perdón por los cinco mil muertos en las tapias del cementerio”.
3 de octubre de 2024
