Por fin llega el último volumen de la trilogía más subidita de tono creada por Alan Moore y Melinda Gebbie.
Se trata de una obra polémica: la historia, los personajes, la imposibilidad de publicarla debido a los derechos de imagen de un personaje (que no sé quién compró en exclusividad en Europa), el tono subidito, la dificultad de clasificación (que si para adultos, que si erótica, que si pornográfica), el precio (que ya ha sido discutido en este blog), los dibujos de Melinda, las locuras de Alan, y un largísimo etcétera.
Lo mejor de que una obra sea polémica es que mucha gente opina sobre ella. Aunque en ocasiones sea sin tener el conocimiento necesario, e incluso sin haberla leído. Pero como Clint Eastwood, ya nos advirtió una vez: "Las opiniones son como los culos, todo el mundo tiene una". Así que, siempre y cuando seáis respetuosos y no desveléis nada a los demás lectores, este es el sitio ideal para expresar vuestra opinión.
Para mi esta es una buena obra. Sin duda no es la mejor de Alan, pero tampoco la más extraña (ahí quedan huesos duros de roer como Serpientes y escaleras o El amnios natal). Se trata de una versión de Alicia en el país de las maravillas, El mago de Oz, y Peter Pan. Una versión muy sexual de la historia. Esta idea no es nueva, pues una lectura que se ha hecho en diversas ocasiones de todas estas obras se basa en el despertar sexual, o en el cambio de niña a adolescente, e incluso adulta. Eso sí, lo que para muchos es simbolismo y doble sentido, para Moore es sensualidad directa y lujuria desenfrenada. Y este tercer volumen es el ejemplo máximo.
Gebbie mantiene su estilo peculiar, que aunque tiene puntos en común con el de las imágenes de Cobweb, parece más una ilustración de cuento que una viñeta diseñada para la narración. Muchos detractores han señalado sus defectos, pero para mi es un dibujo, y sobretodo una visión de la historia, excelente. Plasma lo que Alan quiere, nos muestra una sensualidad para nada exagerada (y aquí me refiero a los volúmenes y protuberancias extremadas a los que nos tienen acostumbrados el género). Pero también una sexualidad fantástica y de ensueño. Sin duda lo que la historia necesita.
El matrimonio Moore/Gebbie nos trae un buen regalo de boda. Pau Plana.
21 de julio de 2008