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                                    empezando por su amiga Viv, a quien se lo cuenta todo. Al respecto, Karin nos confiesa que %u201ccuando yo intentaba recuperarme de la anorexia, una de las mayores dificultades que encontr%u00e9 fue hablar del problema, porque apenas hab%u00eda informaci%u00f3n sobre el tema. Y cuando intentaba hablar sobre ello no lo entend%u00eda, no sab%u00eda qu%u00e9 estaba pasando. Sent%u00eda que me faltaban herramientas para hablar de ello%u201d. En ese sentido, Un monstruo no me deja comer es un instrumento muy %u00fatil para abordar el tema a edades tempranas (que es cuando empiezan a gestarse la mayor%u00eda de los TCA). Frente a la actitud f%u00e1cil de dejar de lado el problema hasta que se manifieste, Karin nos invita a tomar el toro por los cuernos. %u201cS%u00e9 que, a veces, las cosas se nos hacen un poco complicadas y que, tambi%u00e9n a veces, es m%u00e1s f%u00e1cil echarle la culpa a un pastel de colores que enfrentarnos a lo que nos preocupa. Huir de las felices estrellas golosas, los tristes ar%u00e1ndanos apenados, las rabiosas cerezas furiosas y los miedosos merengues blandengues, o, lo que es lo mismo, huir de nuestras emociones es mucho m%u00e1s f%u00e1cil que enfrentarnos a ellas. Sin embargo, cuando los monstruos como Ayuno aparecen, %u00a1no debemos escucharlos! No nos damos cuenta, pero los monstruos peque%u00f1os son los m%u00e1s peligrosos porque luego crecen y, cuando se hacen grandes, se pueden convertir en monstruos de la conducta alimentaria%u201d. Como todas las obras, Un monstruo me deja comer es varias cosas a la vez: un hermoso cuento infantil, una buena historia, el testimonio de un trastorno y, sobre todo, una herramienta eficaz para combatirlo.DESCUBRE + ASTRONAVE - OTO%u00d1O 2024 P%u00c1G. 122 // 
                                
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