Page 10 - Royalty Witches 1
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Kibibi vio el enorme sombrero de Kat y sonrió, pero al momento soltó
              un bufido. Había otros dos sombreros a su lado.
                 ¡Lo que faltaba! Desde luego, hoy nada podía salir bien.
                 Respiró hondo y se preparó para aterrizar. Frenó a una distancia pruden-
              cial y saltó rápidamente de la escoba, intentando ser discreta mientras se la
              colgaba de la espalda.
                 —¡Kibibi, has llegado! —exclamó Kat a pleno pulmón.
                 Los otros dos se volvieron para mirarla y ella hizo lo que pudo para no
              amedrentarse. Los hermanos Sunmi y Sunwoo tallaban unas figuras im-
              ponentes con sus uniformes negros de gala, esos ojos castaños y ese aire de
              sofisticación que no se podía replicar. También bebían té de estrellas. De
              mango, notó Kibibi con disgusto. Sunwoo disimuló una sonrisa burlona
              detrás de su tarro de té, mientras que Sunmi le hizo una mueca de exaspe-
              ración que habría hecho encoger a un rey.
                 —En serio, Kibibi, ¿por qué te empeñas en ir en escoba? ¡Mírate! Tu pelo
              parece un nido de urracas azules.
                 —Porque le gusta ser única y especial —dijo Sunwoo en voz baja, pero
              no lo suficiente como para que ella no lo oyera.
                 Kibibi apretó los dientes y alzó la barbilla para mirar a sus compañeros
              de estudios.
                 —Es tradicional —dijo como hacía siempre.
                 —Es de viejas —contratacó Sunmi.
                 Sunwoo miró a su hermana y compartieron una de esas miradas de ge-
              melos que tanta rabia solían darle a Kibibi. La menor rompió el contacto
              visual y se dio la vuelta para irse, su larga melena creando una ola de color
              malva. Pero se detuvo un momento.
                 —Buena fortuna en la selección, Kibibi. —Hizo una pausa y miró a
              Kat—. Shimizu.
                 Acabó sus palabras con una ligera inclinación de cabeza que Sunwoo
              imitó.
                 —Buena fortuna en la selección, Kang Sunwoo y Kang Sunmi —dijo
              Kat devolviendo el gesto con reverencia.
                 Kibibi no lo secundó y se quedó mirando cómo se alejaban hacia el
              puente, donde un grupo de admiradores los esperaba. Por supuesto, los
              famosos y queridos gemelos Kang, siempre rodeados de gente. A Kibibi le
              parecía increíble que hubiera habido un tiempo en el que los tres habían
              sido inseparables.


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