Page 15 - Royalty Witches 1
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—Habéis sido escogidos por la pureza y aceptados por vuestro reino, a
partir de ahora, no sois unos brujos cualquiera, sois royal, y el futuro del
reino está en vuestras manos.
Los dos oficiales dijeron las palabras del hechizo y de sus mazas salió una
luz dorada que los cubrió por completo. Al cabo de un momento, se desva-
neció y todo volvió a la normalidad. Excepto por los ropajes de los Kang y
Ling Qiyue, que ahora estaban ribeteados de oro.
—Lo sabía —susurró Kibibi a su lado. Con dulzura cogió a Cookie y la
hizo volver a la gema de su brazalete—. Sabía que saldrían.
Miró a Kat entonces y le clavó esos penetrantes ojos pardos. Ella casi
no pudo sostenerle la mirada. Con sus ojos, Kibibi estaba diciendo algo
más. «Sé que tú también saldrás.» Frente a ella, los gemelos se habían
vuelto a sentar y la cancillera Mokoena estaba llamando al siguiente rei-
no. Kat se fijó en las hombreras de la capa de Sunwoo, que seguían sien-
do marrón oscuro, como la suya propia, pero ahora tenían bordado un
intricado patrón dorado. No podía distinguirlo desde la distancia, pero
si cerraba los párpados podía visualizarlo a la perfección. En su casa ha-
bía muchos retratos con brujos vistiendo el dorado royal. Su bisabuela,
su tío abuelo, su padre y… hasta su hermana. La familia Shimizu era una
familia royal, con un pasado lleno de reyes y un presente que no pensaba
quedarse atrás.
Kat sacudió la cabeza, justo a tiempo para unirse a la ovación por el reino
de Macedonia, que acababa de escoger tomar parte en la Liga.
—Lilith Anwar y Chione Demir, alzaos.
Kat y Kibibi giraron el cuello hacia la izquierda, donde dos chicas
bastante más mayores que ellas se habían levantado. Estaban una junto
a la otra y, si alguien en ese salón parecía royal, eran ellas. Ambas tenían
la piel bronceada característica de la gente del sur de Macedonia. Una
tenía el pelo blanco como la nieve y los ojos violetas. La otra tenía el pelo
oscuro, unos ojos dorados y llevaba los labios pintados de verde mar.
Las dos tenían marcas negras pintadas sobre la piel, típico de ese enig-
mático reino que era uno de los más poderosos de Taika, pero también
uno de los más arcaicos. La magia dorada de los oficiales las envolvió y
al momento sus túnicas se cubrieron de oro. Kat cruzó la vista con la
de los ojos violetas y por un momento tuvo miedo. Era una bruja muy
poderosa, eso seguro.
—Doce —suspiró Kibibi casi en un tono inaudible.
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